El mes de agosto sanluqueño ve todos los años, desde mediados del siglo XIX, como caballos de las mejores cuadras se dan cita en sus playas en un evento que atrae tanto a propios como a extraños. Técnicamente, las playas de Sanlúcar se convierten en las pistas de un hipódromo en toda regla, que durante seis días, divididos en dos ciclos de tres, son el escenario de un cuarto de centena de carreras. Desde principios del mes de agosto de cada año, la Sociedad de Carreras de caballos de Sanlúcar de Barrameda comienza con los trabajos para dejar listas las instalaciones que albergan las taquillas del sistema de apuestas, las gradas para presenciar las carreras, y los espacios de entretenimiento que van desde tiempo inmemorial unidos inseparablemente al evento deportivo. Junto a ello, las pistas de entrenamiento y los espacios de acogida de los caballos y jinetes. Prensa, televisión, radio, patrocinadores, organización, merchandaising y demás colaboradores completan este peculiar entorno de la desembocadura del Guadalquivir, que por dos semanas experimenta una importante transformación turístico-deportiva. Un buen número de patrocinadores, tanto institucionales como del sector privado hacen realidad que el montaje sea realmente impresionante. Ni el Ayuntamiento de Sanlúcar, que patrocina el Gran Premio o el Ayuntamiento de Cádiz, o el de Jerez, así como La Diputación Provincial o la Junta de Andalucía quieren perderse el evento, y patrocinan por su parte diversas carreras, junto a destacadas empresas del sector privado local y foráneo que hacen lo propio. Un nutrido grupo de colaboradores de la organización hace posible el cumplimiento más estricto del reglamento para garantía de todos. Junto con el Presidente, el Director y el Asesor hípicos, hay comisionarios de carreras, jueces de llegada, jueces de salida, jueces de peso, handicappers, un Delegado de hipódromo, veterinario y hasta un Gerente. Los Jueces de llegada
Julio Rodríguez es uno de los jueces de llegada de la Sociedad de Caballos de Sanlúcar de Barrameda. Nos ha servido de guía e informador, y hemos estado con él en la torreta de llegada en la meta. Su función como la de sus compañeros, consiste en establecer el orden de todos los caballos a su paso por meta, las distancias que los han separado y el tiempo invertido en la carrera por el ganador, debiendo comunicar a los Comisarios de Carreras (los “árbitros” de las mismas) las incidencias que hayan tenido lugar. Y es que según nos comenta Julio, de acuerdo con el Código de Carreras de Caballos de la Sociedad de Fomento de la Cría Caballar de España (máximo estamento regulador de las mismas), los Jueces de Llegada, son los únicos que pueden dar fe del orden de llegada. Por ende, la tecnología usada como instrumento de ayuda (ya sea “foto-finish” o “cámara finish”) no supone una sumisión hacia ella, sino que actúa como utensilio esclarecedor y de apoyo a sus decisiones. Debido a la responsabilidad que recae sobre los jueces de llegada, estos ven en sus funciones unas ciertas limitaciones o restricciones, que les impiden tener la condición de criador, propietario, entrenador o jinete con autorización en vigor. Tampoco podrán efectuar apuesta alguna sobre las carreras de caballos regidas por el Código de carreras. No obstante, con cierta ironía nos comenta Julio, que desde los años 90 cuentan con la ayuda de las cámaras de televisión, ya que cuando las carreras fueron adquiriendo una importancia más que relevante, (y por consiguiente la participación de un número importante de equinos) utilizar la cámara de televisión se convirtió en un “colchón de descanso” para la decisión del juez (y hay quien rumorea que hasta para su integridad física….). El caso es que TeleSanlúcar realiza una extraordinaria labor para con los jueces de llegada: Una cámara fija en la llegada, alineada con la “barra de meta” (una línea negra sobre fondo blanco), ejecuta una toma que engloba la recta final y la llegada. Posteriormente, el técnico se desplaza con la cinta hasta el cuarto de jueces y comisarios donde está la maquinaria instalada. Captura la toma en el ordenador y posteriormente la reproduce para que jueces y comisarios revisen la carrera (en ciertas ocasiones hay que rebobinar unas cuantas veces….). Ni que decir tiene los problemas que tienen los jueces si se va la luz eléctrica… (imagínense, no se puede correr la carrera siguiente hasta que se haya dado un orden definitivo de la anterior…, las apuestas y dividendos a las mismas se retrasan…, la gente se desespera… y el sol, impasible, se va yendo…Y una tarde de carreras se convierte, entonces, en una anécdota constante…). A pesar de todo ello, Julio se muestra un enamorado de las carreras, y por ello no duda en afirmar que los jueces son grandes privilegiados de este gran espectáculo y que quizá sea esta una de las razones por las que cree que nunca faltará personal dispuesto a colaborar en este ejercicio: “Y digo colaborar porque todo lo que rodea al arbitraje de una carrera es amateur, no hay profesionales entre nosotros, aunque trabajemos como si lo fuéramos, ya que la experiencia da un bagaje que al profano en la materia le hace así vernos”.
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